Elhombre se levantó y como todos los días, por costumbre, se detuvo en la cocina. Preguntó a sus hijos si habían desayunado.
Ante la respuesta de los chicos, entendió que estaba más cerca del almuerzo que del desayuno. Su enorme cuerpo se movía con lentitud mientras preparaba unos mates.
Con la vista recorría los objetos; en el patio, un perro grande y negro no dejaba de ladar.
El hombre alto que, alguna vez, corrió tras un balón de rugby, agil y desafiante, esa mñana sentía el dolor de la existencia en cada paso. Abrió con dificultad la puerta de la cocina. Con ternura, el hombre acarició la cabeza del animal y lo condujo hasta el frente de la casa. A llí el perro volvió
viernes, 30 de octubre de 2009
EDITORIAL
Creemos que la comunicación está en la esencia del ser humano, que constituye una necesidad básica y, a la vez, un rasgo distintivo de éste.
Nos comunicanos con los demá´s, pero también podemos hacerlo con nosotros mismos. A través de ella manifestamos nuestro sentimiento, nuestras sensaciones y pareceres, también enseñamos, aprendemos, nos sinceramos, nos reconocemos, nos sinceramos, nos cuestionamos. Parece algo natural y sencillo, sin embargo son pocas las oportunidades en que establecemos una verdadera comunicación, tanto con otras personas como con nuestro interior. Los preconceptos, los perjuicios, la hipocresia, la imagen que tenemos de nosotros mismos y la que tenemos de los demás, nuestras inseguridades y nuestros miedos, y las deficiencias en el manejo instrumental del lenguaje y las relaciones interpersonales perturban, dificultan y, a veces, hacen imposible este acto de comunicarnos que implica franqueza.
Podemos decir que tambié´n existe la no-comunicación. Ella puede estar engendrada en la soberbia, en el odio, en el desprecio, en ignorar al otro; es decir, negar su existencia o bien el no experimentar la necesidad de comunicarnos, ni de buscar en nuestro interior. La no comunicación es sinónimo de atraso, abandono, desamparo, injusticia, indiferencia, deseperación y violencia.
¿Es posible pensar en una sociedad progresista, sustentable, justa y equitativa que no otorgue prioridad al desarrollo de competencias comunicacionales en sentido amplio en sus ciudadanos?
¿No es la educacion basada en un verdadero proceso de comunicación un formidable medio de promoción un formidable medio de promoción del ser humano, de sus valores y, por ende, de las sociedades que conforma?
Pareciera que la realidad se empeña en derrumbar los paradigmas que orientaron las intenciones y esfuerzos de generaciones y esfuerzos de generaciones pasadas.
Quizás los resultados no hayan sido los esperados, pero una cosa es replantear los modos y los medios y otra muy distinta es renunciar a las metas y a los sueños de un futuro mejor. Perdamos el miedo, comuniquemonos y llenemos de esperanza aquel tiempo por venir en el que parece, sólo parece, haber un gran vacío.
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